
Es toda pérdida de continuidad en la piel (lo que se denomina "solución de continuidad"), secundaria a un traumatismo. Como consecuencia de la agresión de este tejido existe riesgo de infección y posibilidad de lesiones en órganos o tejidos adyacentes: músculos, nervios, vasos sanguíneos, etc.
Las heridas pueden ser graves en función de una o varias de estas características:
- Profundidad.
- Extensión.
- Localización.
- Suciedad evidente, cuerpos extraños o signos de infección.
Cuando se produce una herida, en esta debe valorarse la cantidad y tipo de exudado, presencia de tejido necrótico, presencia de infecciones, si los bordes de la herida son lisos o desgarrados, existencia de tejido granulatorio.
Dependiendo del mecanismo y/o patología por la cual se produce la lesión, son las características que ésta presentará.